10 de febrero de 2017

ENSOÑACIÓN

No sé bien como fue, al parecer te vi pasar y decidí caminar detrás de ti, recuerdo que vestía una falda y un chaleco blancos o muy claros, tú ibas de negro y gris. Después de avanzar unos metros decidí acelerar el paso y adelantarte para continuar por la orilla del mar, esperando que tú no me vieras y siguieras tu camino. 
Caminaba rápido, solo esperaba que no me hubieras visto. Casi al llegar a la orilla del río que desemboca en esa playa, alguien me tomó del brazo, eras tú, me habías seguido. Preguntaste ¿qué andaba haciendo por ahí? Te dije que iba donde mi tía a arreglar el vestido azul que llevaba en mi mano, por que quería usarlo en la fiesta de la primavera. 
Comenzamos a caminar por la caleta, la gente estaba decorando los barcos y botes con flores y luces para la fiesta, tú no sabías si te quedarías, no dependía de ti. Caminábamos sin prisa conversando de la vida, riendo, la noche estaba agradable, no hacia frío. Llegamos a los pies de una especie de mirador natural, formado por el cerro al llegar a la playa. Subimos y nos sentamos sobre el muro y seguimos con nuestra conversación sin prisa, con familiaridad y cercanía como si nunca nos hubiéramos distanciado.
Mientras mirábamos el mar caí en cuenta de lo cerca y cómodos que estábamos y recordé que había pasado mucho tiempo desde la última vez que habíamos estado así, que tú hace mucho tiempo que ya no estabas sólo, que habían pasado muchas cosas desde que nos habíamos separado. Pero se sentía tan bien que no dije nada, y continuamos disfrutando el momento.
Me recosté sobre el muro, tú te pusiste de pie al costado del muro, justo a mi lado y me besaste. Ese beso era tal cual lo recordaba, lleno de pasión, eterno, pero también lleno de añoranza. Nos olvidamos del mundo en ese instante, eramos felices juntos nuevamente, no nos importaba nada. 
Después de un rato decidimos caminar a un lugar más solitario, íbamos bajando del mirador hacia la playa y de pronto desperté...

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